Por: Cesar Alberto Pollacchi
Siempre la celebración del Día de la Tierra es una oportunidad para alentar conductas que promuevan el cuidado de la naturaleza.
Han pasado casi cuarenta años desde aquel 22 de abril de 1970 en que millones de personas se movilizaron, por primera vez, en los Estados Unidos, para constituir en todo el mundo lo que hoy se conoce como el Día de la Tierra. Surgió así un movimiento cuyo impulso daría lugar a una mayor toma de conciencia sobre el valor de conservar nuestro planeta y mantener una relación más armónica con la naturaleza.
Desde entonces se han celebrado las grandes cumbres del ambiente que despertaron la esperanza de lograr esos objetivos: la Conferencia de Estocolmo, en 1972, y la Cumbre sobre Medio Ambiente y Desarrollo que se realizó en Río de Janeiro en 1992 y fue la mayor conferencia celebrada hasta el momento, no sólo por el número de participantes sino también porque asistieron varios jefes de gobierno.
Luego se realizaron innumerables conferencias, seminarios, recitales, conciertos y demostraciones de todo tipo. Durante ese período, prácticamente todos los países adoptaron leyes de protección ambiental. Sin embargo, cabe todavía preguntarse si ha sido suficiente. ¿Tenemos ahora una actitud y un compromiso diferentes frente a la naturaleza? ¿Hemos comprendido que las bases vitales de todo el planeta no son inagotables?
Probablemente desde fines del siglo pasado y lo que va de éste se ha hecho más daño a la Tierra que en toda la historia de la humanidad. Se ha producido una acumulación desmedida de gases de efecto invernadero en la atmósfera; la presión por tierras de cultivos ha provocado, y continúa provocando, la pérdida irremediable de bosques nativos. Sólo en la Argentina se desmontan alrededor de 300.000 hectáreas por año. Se calcula que cada día desaparecen cerca de 70 especies, muchas de las cuales, además de su inestimable valor intrínseco, podrían significar la cura para múltiples enfermedades. Numerosos ríos se han transformado en verdaderas cloacas y cada vez es más frecuente que las redes de los pescadores se recojan prácticamente vacías.
Quizá las reiteradas y abrumadoras cifras sobre el estado del ambiente tengan un efecto contraproducente y no logren transmitir a la comunidad la verdadera dimensión de la crisis actual. Quizá no resulten un argumento persuasivo para que las cosas cambien y desarrollemos un modo de vida más armónico con el entorno.
Sin duda, es indispensable realizar cambios que vayan más allá de lo meramente coyuntural y que impliquen mejoras duraderas. No se trata de buscar expertos, de colocar una nueva planta de tratamientos o de cambiar el modo de la generación de energías por fuentes renovables. Es necesario adoptar una nueva cosmovisión que permita comprender que nosotros somos parte de este planeta y que la Tierra no puede continuar siendo un objeto de nuestro abuso. Que lo que está en juego no es una determinada actividad humana, sino todo un concepto de vida.
El Día de la Tierra es una oportunidad para la reflexión. Para alentar comportamientos que promuevan una relación más duradera con la naturaleza. Porque somos parte de ella. Somos ella.
Cesar Alberto Pollacchi (Ekodelta pesca radio)
Jueves de 20 a 21.30 hs www.radiomipais1170.com.ar
Nuestro mar (www.nuestromar.org)
Fuente: Diario La Nación (www.lanacion.com.ar)
domingo, 26 de abril de 2009
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