El Subsecretario de Pesca de la Nación, Norberto Yahuar, dijo ante el Comité internacional de la FAO: “para la República Argentina, el Código de Conducta se ha convertido en fundamento y guía para la formulación de políticas de ordenación pesquera”. Pero ¿es esto una declaración de principios o sólo un discurso políticamente correcto? Un breve repaso del verdadero accionar estatal dará una clara imagen de la conducta argentina en relación a la pesca. Decir que el Código de Conducta responsable es la guía de la administración pesquera argentina es al menos pretencioso. El postulado inicial del Código es preservar la disponibilidad de los recursos en cantidad suficiente para las generaciones presentes y futuras, como así también evitar la sobreexplotación. Empezando por la merluza y siguiendo por varias especies del variado costero podríamos ya ubicarnos en un lugar de poco compromiso. Pero para la FAO la pesca responsable no se mide en grandes apotegmas sino también en mecanismos de administración concretos. Dar prioridad a la investigación científica es fundamental, tanto como regirse por principios precautorios en la conservación de los recursos y ecosistemas. En nuestro país la captura máxima permisible de la principal especie, merluza hubbsi, se adjudica con informes que llevan un año de atraso desde el conocimiento y las necesidades biológicas, y además nunca se aplica la recomendación de menor impacto sobre el recurso. Durante el 2008 muchas campañas de evaluación fueron suspendidas por problemas gremiales variados, interrumpiendo series históricas que son fundamentales para el conocimiento y posterior manejo. El informe de juveniles de merluza, realizado en enero pasado, todavía no fue siquiera hojeado por los miembros del Consejo Federal Pesquero. Los datos de este documento son imprescindibles para determinar si la captura asignada debe ser modificada. Utilizar y perfeccionar los sistemas de artes de pesca selectivos es una herramienta básica para la pesca responsable. Sin embargo, a partir de este año, desde la Subsecretaría y por resolución, se autorizó a la flota a prescindir del arte selectivo recomendado por el INIDEP para evitar la captura de juveniles de merluza. El Dejupa –que se utiliza con éxito en varios países de tradición pesquera– ha dejado de ser obligatorio y durante 180 días los barcos pueden pescar con una malla que, es esperable, recogerá un porcentaje muy elevado de juveniles. Ello guarda relación con otra medida que nadie se atrevería a discutir con el comité de especialistas: la reducción al mínimo de la captura incidental. Resulta aberrante el descarte de ejemplares juveniles que practica a diario, en altamar, por parte de la flota de pabellón nacional. Controlar nuestra flota es otra de las medidas ineludibles. De más está decir con qué clase de controles contamos: hay barcos que durante años no han embarcado un inspector. Por otra parte, si así lo hiciesen, sólo conseguirían incrementar los gastos operativos de la empresa, ya que los inspectores han sido acusados reiteradamente de recibir sobornos por no multar a quienes incumplen la ley. Las actas de descarga en puerto son diariamente falseadas a un precio que no es desconocido por nadie, ni siquiera por Yahuar: el precio del cajón que nunca se descontará del cupo del barco en la estadística oficial, varía de 11 a 13 pesos, más 0,25 centavos por cada kilo que se descuente de los cajones declarados. La modalidad de contar 30 kilos por cajón no responde al cuidado de la materia prima, otro punto sobresaliente del Código, sino a la desaparición estadística de diez kilos. Lo que equivaldría a una captura declarada un 30 por ciento inferior a la real. Con lo que sí contamos, y nuestro Subsecretario bien ha remarcado, es con una amplia zona de veda para la protección de reproductores y juveniles de merluza. Pero poco más que esto es lo que realmente podemos mostrar como ejemplo de nuestro apego al Código de Conducta Responsable para la pesca. Yahuar lleva dos meses en el cargo, pero responde a un gobierno que hace 6 años ejerce el poder. En los próximos dos años deberán trabajar muy duro para demostrar con hechos lo que sólo ha puesto en palabras. Ingenuo es pensar que alguien pudo haber creído en el florido discurso de nuestro representante, en la 28ª sesión del Comité de Pesca. La imperiosa compulsión de nuestros hombres públicos por mostrarse como no son, termina siendo perjudicial para todos. Es hora de que el país se haga cargo de que no existe una administración responsable de los recursos y de que se actúe en consecuencia. De lo contrario llegará el día en que agotemos nuestros recursos, con la consiguiente perdida de empleos, que generará más desigualdad y mayor exclusión, en una sociedad que ya tiene suficiente de ambas.
Cesar Alberto Pollacchi (Ekodelta pesca radio)
Jueves de 20 a 21.30 hs por www.radiomipais1170.com.ar
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