En esa provincia surgieron canalizaciones y extracciones ilegales para regar campos. Eso hace que baje el caudal que alimenta a Mar Chiquita y se perjudique todo el ecosistema.
La base de la producción agrícola se modificó sustancialmente en la última década en el norte cordobés y el sur de Santiago del Estero.
Los cambios obedecen a distintos factores. Los principales: la evolución de los precios relativos de los productos y el margen neto de las diferentes actividades primarias. A esa situación se suman el incremento de las precipitaciones anuales que se registró a comienzos del presente siglo, el desarrollo genético de nuevas variedades de semillas y los avances en la tecnología de siembra y en la protección de los cultivos.
El auge de los agronegocios hizo que extensas superficies de monte nativo se transformaran, a fuerza de hachas, motosierras y topadoras, en tierras aptas para el cultivo de soja, girasol, trigo y maíz. Esa alteración está provocando cambios ambientales severos que vienen denunciando, desde su origen mismo, los movimientos campesinos de uno y otro lado de la frontera interprovincial. La preocupación parece haber llegado a los despachos gubernamentales de Córdoba.
Déjala correr. El ciclo seco que afecta desde hace unos años a la comarca de referencia –agudizada por el desmonte indiscriminado– motivó la construcción de diques, canalizaciones y derivaciones del río Dulce, con el fin de disponer y extraer agua para el riesgo de campos productivos ubicados en los departamentos santiagueños de Quebrachos, Salavina, Mitre, Rivadavia y Ojo de Agua.
Como consecuencia, se redujo de manera notable el aporte de ese recurso a la laguna Mar Chiquita, de la que es su principal tributario. La captación sin control afecta la formación de bañados y humedales en el Mar de Ansenuza, reserva de uso múltiple y área relevante para la conservación de aves, de reconocimiento internacional.
La semana pasada, el secretario de Ambiente de Córdoba, Raúl Costa, le entregó una carta formal a su par de Santiago del Estero, Juan Carlos Targa, requiriéndole un informe sobre los “diques, canalizaciones y derivaciones realizadas, proyectadas y actualmente activas con el fin de proponer un cese a la extracción del recurso”, hasta contar con información fehaciente sobre el cupo de agua del río Dulce que le corresponde a Córdoba.
Lo hizo durante la reunión del Comité Interjurisdiccional de la Cuenca Salí-Dulce, que integran Córdoba, Santiago del Estero, Salta, Tucumán y Catamarca.
Esta semana, técnicos de Ambiente sobrevolarán el trayecto del Salí-Dulce desde Tucumán hasta su desembocadura en Mar Chiquita con el propósito de identificar esas canalizaciones. También está prevista una reunión entre funcionarios cordobeses de Ambiente y el secretario santiagueño de Agua, Abel Tévez, para avanzar en un acuerdo al respecto.
“La bajante del caudal que ingresa al sistema que conforman Mar Chiquita y los Bañados del río Dulce provoca una fuerte salinización de la laguna, lo que condiciona la vida ictícola en el espejo y pone en riesgo la formación de los bañados. Esto se traduce en empobrecimiento de la biodiversidad y de la economía rural de este valioso ecosistema”, afirmó a La Voz del Interior el director de Recursos Naturales de Córdoba, Oscar de Allende.
“Hemos instalado la discusión de los caudales ambientales y de la calidad del agua que ingresa a Córdoba por el sistema hídrico del río Dulce y ojalá que nuestro reclamo encuentre la respuesta que merece por la vía del consenso”, se esperanzó el funcionario. “De no ser así, tendremos que judicializar el pedido”, advirtió De Allende.
Nubes de sal. En octubre de 2009, los pobladores de las localidades que rodean Mar Chiquita se sorprendieron al elevar la mirada al cielo y ver la mayor nube de polvo de sal que se registró en la laguna desde 2006, año en que comenzó a producirse el fenómeno.
En esa ocasión, el biólogo Enrique Bucher, director del Programa de Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional de Córdoba (Promar) comentó que el problema se agrava a medida que la Mar Chiquita baja. El experto aseguró que no existen aún estudios sobre los efectos del fenómeno en la salud humana ni en la calidad de los suelos del área afectada. No obstante, sugirió al Gobierno cordobés renegociar un nuevo tratado de agua con Santiago del Estero y Tucumán respecto al uso del río Dulce.
“Al margen del trabajo que se viene desarrollando en el Comité de Cuenca, vamos a profundizar las acciones para ejercer plenamente el derecho de nuestra provincia a recibir los caudales ambientales que le corresponden para mantener e incrementar la calidad de vida de las comunidades locales y la biodiversidad del sistema”, apuntó De Allende.
En 1967, los miembros del Comité de Cuenca del Salí-Dulce suscribieron un acuerdo que fijó para Córdoba una cuota del 22 por ciento del caudal total del sistema. La sospecha de Ambiente es que Mar Chiquita recibe mucho menos que eso.
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